El gobierno de los 100 años

* De asumir Alfredo del Mazo Maza la gubernatura mexiquense, lo hará con el apoyo del 11.8 por ciento de la población total, pues de los 17 millones 363 mil 387 mexiquenses que según Conapo, vivimos actualmente en la entidad, sólo 2 millones votaron por él, es decir gobernará como todos sus predecesores, con una minoría.

 

Félix Santana Ángeles

El sistema político-electoral mexicano está diseñado para evitar que las fuerzas opositoras reales asuman la titularidad del gobierno del Estado de México, pues de esta entidad emana la fuente del poder económico, empresarial, político e incluso espiritual que le da sustento. Esto garantiza, de entrada, el manejo casi discrecional más de 260 mil millones de pesos de presupuesto.

Perder la entidad mexiquense significaría el fin del binomio política-negocios iniciada por Isidro Fabela Alfaro en 1942, perfeccionado por Carlos Hank González y llevado a sus excesos más grotescos por Montiel, Peña y Eruviel. En su conjunto representa un modelo de “hacer política”, que se apropia del patrimonio público para uso personal y utiliza a las instituciones para garantizar la reproducción de sus inversiones, privatizando las ganancias y socializando las pérdidas.

Para evitar cualquier riesgo contra su voracidad, han construido un complejo modelo electoral que transforma minorías electorales en mayorías gubernamentales, que sólo en el imaginario representan a la mayoría de la sociedad, por ejemplo en 1999, cuando Arturo Montiel asumió la gubernatura con un monumental fraude electoral que le llevó a comprar diputados panistas para tener el control del Congreso local, sólo el 10.8 por ciento de la población total lo respaldó en las urnas, pasando a la historia como el gobernador con la menor base social y mayor rechazo electoral.

De asumir Alfredo del Mazo Maza la gubernatura mexiquense, lo hará con el apoyo del 11.8 por ciento de la población total, pues de los 17 millones 363 mil 387 mexiquenses que según Conapo, vivimos actualmente en la entidad, sólo 2 millones votaron por él, es decir gobernará como todos sus predecesores, con una minoría.

No importan los presupuestos millonarios asignados desde el Estado para salvaguardar la democracia mexiquense, los 2 mil 228 millones de pesos destinados al Instituto Electoral del Estado de México o los 149 millones 80 mil 700 pesos al Tribunal Electoral del Estado de México, el problema no es presupuestal, sino estructural.

El sistema electoral actual asegura que sólo triunfen los candidatos que le garanticen la  subsistencia del modelo, es decir, las elecciones sólo son la puerta de entrada para mantener el status quo o que las cosas no cambien, es impermeable a las transformaciones internas y externas y de sus características por excelencia es que el modelo no es democrático, sino profundamente autoritario.

La exigencia nacional de varios sectores “progresistas” frente a su complicidad disfrazada de incompetencia institucional, de que renuncien los Consejeros del Instituto Nacional Electoral y los Consejeros del IEEM, no acabará con el problema, ya que la defectuosa democracia procedimental sólo es un síntoma del profundo cáncer que padece nuestro país y actualmente está haciendo metástasis, infectando a todos los demás integrantes del Estado mexicano.

Para extirparlo, será necesaria una intervención mayor que arranque de raíz los intereses mafiosos convertidos en gobiernos constitucionales, que inicie una cruzada en contra de la corrupción de las instituciones gubernamentales y castigue de manera ejemplar a quienes se han enriquecido robando los recursos públicos. Será necesario enjuiciar y encarcelar a políticos corruptos, decomisar sus bienes y reconstruir el tejido social que durante décadas se encargaron de aniquilar para facilitar el saqueo.

Para algunos intelectuales como Edgardo Buscaglia, la primera gran transformación para iniciar nuestra recuperación es la reforma electoral con tres tipos de controles o, como él le llama, auditorías patrimoniales, ciudadanas y de Estado, aplicadas desde las candidaturas; su lógica resulta interesante, pues asegura que no se puede esperar de un sistema electoral diseñado por las mafias, reformas judiciales en contra de ellas. Propone además que los consejeros integrantes del INE sean resultado de asambleas ciudadanas y no elegidos por los partidos o por el Estado.

A diferencia de Buscaglia, por quien siento gran admiración, cada vez estoy más convencido de que la transformación de nuestro país no vendrá de un sistema político-electoral reformado, atemperado por las estructuras partidarias actuales que se benefician de manera directa por acceder a su financiamiento, sino de una irrupción social, un levantamiento ciudadano que no permita ser conducido por los partidos actuales, sino por el contrario, que sean los partidos sólo instrumentos para la manifestación social mayoritaria.

Así se evitará lo que sucedió en el Estado de México el pasado 4 de junio del 2017, cuando la población votó mayoritariamente en contra del PRI y su candidato, pero la falta de talento, inteligencia política o estrategia electoral hicieron que una minoría, con el menor porcentaje de votación, una sola familia mantenga el control del gobierno por casi 100 años.

El gobierno de los 100 años

Los trastornos del poder

* Vale la pena preguntarse si esta es la peor generación de gobernantes que por excepción nos tocó, o por el contrario, será la regla en la que toda persona que asume un espacio de poder público es susceptible de corromperse sólo porque puede.

 

Félix Santana Ángeles

Toluca, México; 3 de mayo del 2017. Frente a la vergonzosa numeralia nacional -doce exgobernadores priistas y panistas se encuentran detenidos y otros investigados por actos de corrupción, lavado de dinero, delincuencia organizada, narcotráfico, enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias y desvío de recursos públicos- vale la pena preguntarse si esta es la peor generación de gobernantes que por excepción nos tocó, o por el contrario, será la regla en la que toda persona que asume un espacio de poder público es susceptible de corromperse sólo porque puede.

Para intentar responder a esta pregunta utilizaremos conceptos provenientes de la neurociencia, que nos permitan superar filias y fobias políticas, y así ubicar un escenario de mayor objetividad.

De acuerdo con el doctor Eduardo Calixto, la respuesta a esta interrogante se encuentra en las ocho características de la forma en la que funciona el cerebro de los políticos, el cual trabaja de manera diferente al de otros seres humanos. Para más precisión, el área responsable del robo de miles de millones de pesos se encuentra en la corteza prefrontal del cerebro, donde se desarrollan complejos procesos congnitivos implicados en la toma de decisiones, relacionados con la personalidad y el comportamiento social que involucra el proceso de aprendizaje. Esto es, un proceso biológico condicionado por un proceso social y viceversa.

Es así que, a medida que el ser humano asume responsabilidades públicas o poder político sobre una población, su cerebro comienza a desensibilizar la parte más inteligente del cerebro (corteza prefrontal), perdiendo los límites de sus actos y experimenta la sensación de poder ejercer su voluntad, por irracional que esta sea, sin la menor consecuencia para esos actos.

La primera característica de estos personajes que advierten estos procesos de involución cerebral acelerado, es que no hablan de su entorno personal ni sus gustos, aficiones o temores e incluso llegan al ridículo de referirse a ellos mismos en tercera persona.

Una segunda pista que denota a una persona afectada por el poder es que, al sentirse supervisado, da explicaciones sin que se las pidan.

Por el contrario, la tercera característica se revela cuando toman una decisión y no explican su razonamiento, sino que justifican las acciones escudándose en el cargo que ostentan, algo así como “soy el presidente”, o “lo tuve que hacer por el bien de todos”. Además, la cuarta aparece cuando se les cuestiona su proceder. Ellos, normalmente, son violentos, caprichosos y manipuladores.

Una característica más que los hace un objeto de estudio divertido pero al mismo tiempo no, es que son personalidades con doble moral. Exigen conductas intachables a la población para pagar impuestos u observar la ley, sin embargo, están conscientes de los fraudes, trampas y robos pero lo toman como parte de la normalidad en el ejercicio del poder público.

La sexta característica: cuando intentan enfatizar su posición, resultan histriónicos o caricaturescos en extremo y en situaciones complejas tienden a victimizarse.

Como número siete, tienden a sobreestimar sus capacidades individuales, sobredimensionando su actuar y convirtiéndose, al menos para sí mismos y para su círculo más cercano, en el eje y centro de todas las atenciones menospreciando a quien emite una opinión crítica o distinta.

Así arribamos a la octava característica. Los personajes, asumido el poder, construyen una personalidad narcisista que, en el extremo del ridículo, tramitan ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI). Así, encontramos su nombre como marca registrada.

Con base en esta descripción se puede asegurar que el prolongado proceso de degradación social y gubernamental que se vive en México no es sólo culpa de las instituciones educativas que fueron incapaces de inculcar valores a sus alumnos y que posteriormente se convertirían en funcionarios públicos, sino también de las “neuronas espejo” alojadas en la corteza prefrontal y que, al incrementar el poder público, perdieron sensibilidad y con ello anularon progresivamente la parte más inteligente de su cerebro.

No comparto la visión de aquellos que consideran que la corrupción es parte inherente del ser humano, y si partimos de la premisa de que las averías cerebrales de los exgobernadores tienen su origen en el ambiente social, entonces debe ser en él donde se construyan y afinen los mecanismos reguladores de vigilancia sobre la clase política. Resulta un avance el instrumento 3 de 3 de las declaraciones patrimoniales, fiscales y de intereses de los gobernantes, pero no son suficientes. El sistema anticorrupción debe ampliarse a un análisis desde la neurociencia que permita evaluar las condiciones de normalidad de aquellos que aspiran a administrar miles de millones de pesos desde los cargos públicos para evitar trastornos cerebrales por culpa del poder.

 

Los trastornos del poder

El poder político de México

* Tenemos la esperanza de que en tribunales internacionales se alcance la justicia y sea nuestra generación la primera en ver a un expresidente mexicano enjuiciado y sentenciado por crímenes de lesa humanidad.

 

Félix Santana Ángeles

La virulenta reacción del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong y de los dirigentes políticos del PRI y PAN en contra de los señalamientos que hiciera Andrés Manuel López Obrador en Nueva York sobre la participación del Ejército mexicano en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, saca a la luz pública el binomio cívico-militar que mantiene en el poder a la élite gobernante y desde hace varias décadas saquea los recursos naturales, implementando la  necropolítica como método para el uso y administración de la muerte que les garantiza el control social.

Este alto funcionario, que exige a AMLO pruebas para que las presente ante ministerio público, quiere aprovechar la disputa interna entre las diferentes facciones del gobierno de Enrique Peña Nieto para empujar la Ley de Seguridad Interior antes del proceso electoral de 2018, colocando a las fuerzas armadas en franca oposición a Morena.

Si quiere pruebas, habrá que recordarle al secretario de Gobernación que el pasado 31 de agosto de 2015 la Procuraduría General de la República (PGR), encabezada por Arely Gómez, entregó a la familia del normalista Julio César Mondragón Fontes 132 hojas foliadas con el logotipo de la empresa Telcel (Radiomóvil DIPSA, SA de CV). En el centro de cada foja se lee la leyenda “CONFIDENCIAL”, y forman parte del expediente de 54 mil páginas sobre el caso Ayotzinapa y contienen las comunicaciones del equipo celular del estudiante brutalmente asesinado.

La sábana de llamadas contiene, al menos, nueve tipos de datos: el “teléfono” de Julio, el “tipo” que registra diversos accesos a ese teléfono como datos por internet, mensaje de dos vías, voz saliente, voz entrante, voz tránsito, voz transfer y mensaje multimedia; el “número A”, que se refiere al número de aparato con el que se comunica; el “número B”, que es el servicio al que se enlaza; “fechas”; “hora” con minutos y segundos; “duración” de la actividad; “IMEI” (Sistema Internacional Móvil de Identidad) y “ubicación geográfica”.

En esos documentos se muestran comunicaciones, horarios y ubicaciones del número celular 7471493586 con el IMEI 353649051469880, propiedad del normalista ejecutado extrajudicialmente el 26 de septiembre de 2014 en Iguala Guerrero. Estos registros forman parte de las redes técnicas y mapas georreferenciados validados por la Dirección General del Cuerpo Técnico de Control (DGCTC) de la SEIDO y la Dirección de Análisis Táctico (DGAT) de la Coordinación de Investigación de Gabinete (CIG) de la División de Investigación (DI) de la Policía Federal, dependiente de la Comisión Nacional de Seguridad de la Segob.

Si el secretario de Gobernación tiene un interés legítimo por resolver el tema de los 43 jóvenes desaparecidos, no tendrá inconveniente en preguntar a sus subordinados quién y con qué finalidad estableció comunicación con el celular de Julio César Mondragón Fontes a través de los números telefónicos 5585583974, 5561144296, 5561083626 y 5536438524, los días 17, 18 y 19 de octubre de 2014, 2 y 4 de abril de 2015, desde la coordenada 19 grados, 18 minutos 16 segundos latitud Norte y 99 grados, 14 minutos, 17 segundos longitud Oeste, que a propósito coinciden con las instalaciones del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), en la delegación Magdalena Contreras.

Exigen respeto a las fuerzas armadas y demandan pruebas sobre la participación de los soldados, pero hacen oídos sordos cuando en documentos clasificados el titular de la Unidad Especializada en Investigación de Delitos en Materia de Secuestro de la PGR, Gualberto Ramírez Gutiérrez, exhibe la conexión entre el equipo celular modelo LG-L9 de Julio César Mondragón, y el interior de las instalaciones del Campo Militar 1A de la Ciudad de México, en Lomas de Sotelo, a través de los teléfonos 5511425164, 5551865625, 5513606680 y 5518155210 los días 21, 23, 25 y 27 de octubre y  1 de diciembre  de 2014.

Estas “pruebas” las publicamos el mes de agosto de 2016 en el libro “La guerra que nos ocultan” de editorial Planeta, los periodistas Miguel Ángel Alvarado, Francisco Cruz y Félix Santana, donde se expresa que el poder político en México no despacha desde el Palacio Nacional o la residencia oficial de Los Pinos sino en los cuarteles militares.

Frente al vacío de autoridad, las fuerzas armadas han subordinado a las autoridades civiles y militarizando las funciones de seguridad pública y basta examinar la reglamentación al artículo 29 Constitucional que permite establecer el Estado de Excepción en zonas específicas del país, suspendiendo derechos y garantías.

Lo mismo sucede al revisar las modificaciones al Código de Justicia Militar que faculta a la autoridad militar a ejercer funciones civiles en tiempos de paz, autoriza a los militares a catear domicilios y oficinas de los tres niveles de gobierno en despachos de los poderes ejecutivos, legislativos o judiciales, organismos constitucionales autónomos o instalaciones de la policía o el ministerio público, además de intervenir comunicaciones privadas e incluso ubicar en tiempo real dispositivos móviles de telecomunicación.

Para ampliar su control, pretenden implementar la Ley de Seguridad Interior con la cual legalizarían los patrullajes y retenes que actualmente realizan el Ejército y la Marina de manera inconstitucional, proponen establecer bases de operaciones móviles y fijas, puestos de seguridad, intercepción terrestre, áreas y marítima, reconocimientos, escoltas y brindar seguridad a las instalaciones estratégicas; también les permite utilizar cualquier método para la obtención de información, lo que implica un retroceso en materia de derechos humanos pues la tortura, la desaparición forzada, las ejecuciones extrajudiciales o el secuestro se han convertido en los instrumentos generadores de inteligencia más socorridos por las fuerzas policíacas y militares de nuestro país.

En los últimos años hemos transitado lentamente hacia un Estado militar donde la guerra en contra del narco sólo es una fachada que ha permitido la consolidación de emporios económicos basados en el tráfico de drogas, el saqueo de los recursos naturales, el control de territorios o rutas comerciales, desplazando a comunidades enteras, ejecutando o “abatiendo” a los líderes sociales que se resisten a la implementación de la necropolítica para facilitar la neocolonización y saqueo de los recursos naturales, implementada desde los poderes fácticos y apoyada por el Estado con máquinas de guerra, institucionales o paramilitares al servicio de los poderes económicos supranacionales.

No somos ingenuos, sabemos que la exigencia de pruebas a Andrés Manuel López Obrador sólo pretende golpearlo políticamente, estamos conscientes de que ninguna institución que imparta justicia resolverá la grave crisis en materia de derechos humanos. Sin embargo, tenemos la esperanza de que en tribunales internacionales se alcance la justicia y sea nuestra generación la primera en ver a un expresidente mexicano enjuiciado y sentenciado por crímenes de lesa humanidad.

El poder político de México

Fin de las instancias

 

* La lista es amplia de las cosas malas que no se cuentan, pero que afectan mucho desde ese Tribunal y la especialidad permanente de la casa es retardar los procedimiento sin acatar los tiempos legales que les establece su ley para desesperar a los trabajadores y la protección a las instituciones públicas, que han originado el inicio de denuncias penales en contra de funcionarios del TECA, lo que no puede ocurrir en un Estado de Derecho.

 

Luis Zamora Calzada

“Hay paz laboral en el Estado de México”, presumen los voceros oficiales de instancias gubernativas como la Secretaría General de Gobierno y la Secretaría del Trabajo estatal,  que por supuesto no es cierto. Es suficiente consultar las estadísticas de demandas laborales que se interponen mes con mes en el Tribunal y la Junta de Conciliación y Arbitraje de la entidad para conocer la gran cantidad de despidos injustificados que cometen los patrones y las instituciones públicas en agravio de los trabajadores, hechos muy distante de la supuesta paz que se pregona en el ámbito laboral.

El Tribunal Estatal de Conciliación y Arbitraje (TECA), supuesta institución impartidora de justicia laboral para los trabajadores del estado y municipios, en teoría tiene una actuación imparcial con las partes, los abogados que allí laboran no puede inclinar la balanza a favor de ninguno, tienen prohibido litigar, están obligados a ajustarse estrictamente en determinar sus laudos considerando las actuaciones a verdad sabida y buena fe guardada para garantizar la aplicación de la ley.

Lo anterior constituye un romanticismo legal inexistente. El TECA, a lo largo de los años, se ha caracterizado por ser un tribunal en contra de los trabajadores, abiertamente a favor de las instituciones públicas aun y cuando en el discurso se maneje como independiente. Lo cierto es que no lo es y para muestra lo siguiente:

Un elemento constante de agravios son las determinaciones que emiten en sus acuerdos ─escritos elaborados por quienes allí trabajan, determinando una conclusión de las audiencias o promociones que interponen las partes─, atacando al trabajador y afectando sus derechos, imponiendo criterios personales ─asegura una funcionaria menor actual, que es para que entienda el trabajador que nada es fácil en ese tribunal─, por supuesto son documentos alejados totalmente de lo que les establece la ley burocrática local, los que se combaten con amparos ante la justicia federal, ampliando con ello los tiempos de solución de los conflictos laborales en perjuicio del trabajador, más cuando existe consigna del gobierno.

Un ejemplo más de ataque directo a un trabajador se dio cuando un funcionario del TECA le dijo a un profesor despedido que interpuso un amparo directo ante magistrados federales en contra de su laudo ─sentencia─, emitido por el Tribunal sin estudio ni razonamientos lógicos jurídicos, determinando no regresarle su empleo: “Mira, nosotros sabremos que te ganamos cuando llegue la determinación de los magistrados, antes no podemos informar que ya perdiste, entiende que el asunto es político, nosotros tenemos que hacer lo que nos indican nuestros jefes […]”, constituyéndose en un extremo de parcialidad y nula justicia laboral en el Estado de México, aunque para fortuna de ese trabajador la justicia federal ordenó su reinstalación.

Las experiencias no gratas de los trabajadores son diversas, una sacada de lo que puede calificarse como una fantasía ilegal ocurrió en la oficina de una presidenta interina del TECA, anterior a la actual titular; en un pago de salarios caídos determinado por laudo a un trabajador, la ex presidenta le requirió en los términos siguientes: “maestro, se le va a pagar su dinero, pero tiene que rebajarle 200 mil pesos al total si quiere que le den toda la cantidad restante, si no, no…”, solicitud realizada desde su criterio personal, sin fundamentación ni motivación legal alguna, contando en ese momento con la presencia del abogado de la institución pública. Dadas las circunstancias, predominó en ese lugar y momento en el ambiente un fuerte olor a corrupción, sin relación alguna con la paz y justicia laboral que pregona el gobernador estatal.

La lista es amplia de las cosas malas que no se cuentan, pero que afectan mucho desde ese Tribunal y la especialidad permanente de la casa es retardar los procedimiento sin acatar los tiempos legales que les establece su ley para desesperar a los trabajadores y la protección a las instituciones públicas, que han originado el inicio de denuncias penales en contra de funcionarios del TECA, lo que no puede ocurrir en un Estado de Derecho.

Por esta razón la reforma laboral aprobada la semana anterior respecto a la desaparición de las Juntas de Conciliación y Arbitraje federales y locales, con su respectiva correspondencia en la desaparición de los tribunales estatales de Conciliación y Arbitraje, para colocar la justicia laboral en los poderes judiciales y atendidos los asuntos por jueces en la materia, puede significar el inicio de una prematura impartición de justicia a los trabajadores agraviados sin causas que lo ameriten, como los que fundaron un sindicato en 2007 (SUMAEM), quienes por el solo hecho de ejercer un derecho constitucional fueron despedidos por el aparato gubernativo en turno, reinstalados después por mandato de la justicia federal.

 

Los más pobres y analfabetos

 

Los que presumen tesis inexistentes no entran en el comentario siguiente. Aun cuando sus actuaciones parecen indicar falta de comprensión de los escenarios políticos en proceso y lógica académica propios del analfabetismo funcional, no son analfabetos, mucho menos pobres.

En efecto, los que menos leen, si es que lograron las herramientas de la lecto-escritura y los que tienen mayores carencias por falta de oportunidades laborales, para desgracia del país y el Estado de México son millones y son quienes venderán su voto a los partidos en 2017.

Las filas son enormes en los centros de distribución, por ejemplo, en los del programa Sin Hambre, porque desde las cinco de la mañana se forman para recibir cajas de huevo, bolsas con frijol, azúcar o aceite que luego revenden a precios más bajos que los del mercado.

La vestimenta de la gente en esas filas no refleja pobreza extrema, se ven abrigos de la clase media, chamarras buenas, incluso algunos trajeados.

Un hombre bien vestido accedió la semana pasada a platicar: “¿A quién le dan pan que llore? Lo más difícil fue entrar en las listas, asegurar el reparto y cuando nos llamen a los eventos para llevar gente yo me presente con algunos, que ya para el Grito, ya para el mitin, ahora para el candidato. Tú sabes, hay que sacar algo, si no la desvelada ni vale, esto es así. Mira, es más, me caes bien, te voy a decir un secreto, doy clases en la secundaria, estoy aquí en la tarde, con pocas horas, en la mañana estoy es San Andrés, eso me dieron por apoyarlos y hasta te puedo decir que vivo bien y sin haber estudiado para maestro”.

La sorpresa fue mayúscula,  un “docente” en la fila, ni pobre ni analfabeto.

En el Estado de México para los pobres y más necesitados están los programas asistenciales que tienen todo cooptado, por ejemplo para las mujeres: Apoyo a la mujer en áreas rurales, Mujeres que logran en grande, Mujeres trabajadoras comprometidas, entre otros.

Para combatir el hambre: Dotación de insumos alimentarios a familias (canasta mexiquense), Despensa alimenticia en grande con la discapacidad; Espacios de alimentación, Encuentro y desarrollo; Canasta alimentaria hortofrutícola; Seguridad alimentaria del Estado de México y más.

Para niños: Desayunos escolares fríos y raciones vespertinas; Desayuno escolar comunitario; Entrega de lentes oftalmológicos y otros.

La lista es interminable y los beneficiarios, según las estadísticas, representan el 15 por ciento del voto que obtiene el PRI permanentemente en las elecciones, a los que se suman sus otras estructuras ─los pensantes, les llaman algunos enterados─, que ahora se asegura no están al 100 por ciento en disposición de emitir un voto para su propio partido.

Lo que ocurra, lo cierto es que entre los más pobres y analfabetos parece gestarse un descontento. La corrupción exhibida a la luz pública de funcionarios del gobierno les afecta cuando ven sus propias condiciones de pobreza y la insultante riqueza de quienes compraron sus votos. Bueno, hasta la visita de Trump los tiene con enojo porque “son chingaderas”, dicen algunos.

El año venidero puede ser histórico para el Estado de México, sobre todo si se da la rebelión de los pobres, que está muy lejos del imaginario de las cúpulas enquistadas en el poder, sobre todo si continúan con más actos de corrupción, impunidad, prepotencia, menosprecio e ilegalidad en contra de la ciudadanía.

 

 

Fin de las instancias

Resistencia india

 

* La identidad es una herramienta de resistencia y emancipación porque la cultura de los pueblos originarios “es el fundamento mismo del movimiento de liberación”.

 

Miguel Martínez Hernández

Toluca, México; 3 de octubre del 2016. La marginación en la que se encuentran actualmente los distintos grupos originarios del país y de América Latina es producto de la práctica de políticas discriminatorias de sus respectivos gobiernos.

El de México no ha sido capaz de trazar políticas indígenas ­–con participación indígena- que permitan garantizar la organización social, cultural, religiosa y lingüísticas de las sociedades originarias, además de la salud y la educación, pese a las reformas constitucionales de los artículos 3º y 4º respectivamente. Estas  reformas son paliativos indigenistas que pretenden manejar los criterios de antaño de inclusión y asimilación. A la puesta en vigor dichas reformas, las sociedades indígenas permanecen en las mismas condiciones o peores, dado que anualmente aumenta el número de pobres y de pobreza extrema en el país. La marginación, la explotación y exclusión, sólo favorecen la opresión y represión en las sociedades originarias.

El régimen político y económico vigente ha explotado y comercializado con los recursos naturales de las sociedades indígenas provocando el éxodo y acentuado la miseria, además de la proletarización.

Las acciones gubernamentales son de índole político y en beneficio de su partido, el PRI, porque con las medidas corporativas siempre han pretendido sumar a sus filas a las sociedades indígenas, que han expresado resistencia a la corporativización y a las acciones de  sus centrales, como la Central Nacional Campesina (CNC),  Consejo Nacional de Pueblos indígenas (CNPI) e Instituto Nacional Indigenista (INI), que en su momento practicaron políticas indigenistas corporativas.

Las acciones enunciadas han sido factores de enfrentamientos con la identidad cultural de los pueblos indígenas del país, en particular del Estado de México.

Estas circunstancias obligan a los grupos étnicos a fortalecer su identidad cultural como una forma de conciencia social que ha de instrumentarse en la resistencia para la preservación y rescate de la integridad indígena, porque las sociedades originarias sólo tienen dos alternativas: servidumbre o soberanía.

La identidad cultural de los pueblos originarios es la reafirmación de su “yo”, de su realidad, de “ser sujeto de su quehacer histórico” y de rechazo a encomenderos modernos que sólo los han usado como elementos de explotación.

La economía del país ha sido un factor determinante para que las zonas indígenas ya no puedan satisfacer las necesidades propias, por lo cual se ha generado el éxodo constantes de indígenas en busca de oportunidades. Los factores económico-sociales son condicionantes que influyen en la cultura indígena.

El indígena, al acudir a los grandes centros de concentración poblacional, retoma moldes o patrones sociales ajenos a él (proceso de enajenación), iniciándose con ello una fase de dependencia cultural; con ello nace en el indígena el sentimiento de negarse a sí mismo, sentimiento negativo para su “yo” y su sociedad, que da principio a un proceso de transculturación en perjuicio de su auténtica identidad. Luego el indígena se deshereda y, de esta manera, la auténtica cultura indígena se considerará como una subcultura, reducida al simple folclor, “a elementos pintorescos o exóticos, diversión de los turistas” (Hilda Varela), surgiendo de todo ello una falsa imagen, pretexto para concebir y perpetuar las desigualdades e injusticias sociales y económicas. La falsa imagen justifica la perpetuidad de los males socio-económicos.

A todo ello las sociedades indígenas presentan una resistencia, la resistencia cultural a la pérdida de su identidad, pese a los siglos de dominación, opresión y explotación. La identidad cultural no debe entenderse de manera aislada, sino como un todo y procurar su difusión y preservación. La educación juega un papel determinante pero la globalización hace peligrar la diversidad cultural en nuestro país y de todo el mundo. Por ello constituye un reto la preservación de la riqueza cultural y natural de las sociedades originarias, porque la globalización tiende a la homogeneización y deshumanización, y los más indefensos son los grupos “minoritarios” que parecieran pedir permiso para sobrevivir.

El medio para defender territorios acechados por los megaproyectos gubernamentales, la educación monocultural, la exclusión y marginación, es la identidad cultural, arma de resistencia indígena porque la resistencia étnica es una característica inherente del indígena. Es, a la vez, punto de partida para lograr el reencuentro con su verdadera identidad histórica, medio para la preservación  cultural y la forma de rescatar y defender su dignidad humana como ser social, pensante y actuante y como sujeto de su propia historia.

La identidad y cultura indígena es la expresión de esa conciencia que se emplea como “arma” de autodefensa y es tal si se considera a la identidad y la cultura como la “síntesis dinámica, en el nivel de la conciencia del individuo o de la colectividad, de la realidad histórica, material y espiritual, de una sociedad o de un grupo humano, como entre los hombres y las demás categorías sociales. Las manifestaciones culturales son las diferentes formas por las cuales esta síntesis se expresa, individual o colectivamente, en cada etapa de la evolución de la sociedad o del grupo humano en cuestión” (Hilda Varela). Esta aseveración significa que el reencuentro con lo negado implica la reconstrucción de un camino en el que convergen todas las lucha y una sola bandera: la resistencia para reencontrarse con su “yo” verdadero, el retorno a su verdadero origen como una respuesta viable ante la exigencia imperiosa de una necesidad concreta e histórica: la emancipación del indio.

La identidad cultural de los pueblos indígenas es la suma de conocimientos, la esencia de lo indígena, la convergencia de elementos complejos que rigen su organización social, su cosmogonía y su visión de ente social.

La identidad es una herramienta de resistencia y emancipación porque la cultura de los pueblos originarios “es el fundamento mismo del movimiento de liberación” (Hilda Varela) y sólo las sociedades que preservan su cultura pueden movilizarse, organizarse y luchar contra cualquier manifestación de dominación u opresión. Se sostiene como fundamental que la identidad cultural “es el elemento esencial del proceso histórico […] es en ella donde reside la capacidad de elaborar y fecundar la semilla de la emancipación ya que los indios que buscan su liberación se reencuentran con su origen, fortalecen su conciencia de clase y rescatan su dignidad humana y esto es simplemente un acto de cultura”. (H. Varerla)

La lucha de liberación de las sociedades originarias es un acto de cultura política, que significa el reconocimiento concreto de su realidad cultural como parte de una sociedad plural.

La identidad cultural debe ser base y fuente de inspiración de rechazo a todo aquello que atente contra las sociedades originarias, fuente de inspiración y resistencia porque es una síntesis de métodos y prácticas de resistencia que permiten fortalecer “la conciencia-cultura […] ya que ser indio es identificarse con él”, dice la investigadora Hilda Varela, quien asienta que ser indio es identificarse con su altépetl, es la reserva moral de toda humanidad.

Desde la Colonia hasta nuestros días las sociedades originarias han sido consideradas razas inferiores e incapaces para el desarrollo, esta concepción europea fue empleado para justificar la sobre-explotación del indígena y usada para eliminar toda resistencia, mantener en sumisión y pasividad a los altépetl originarios propiciando la pérdida de la libertad. Se deja de ser uno y sólo es considerado objeto de uso, empleado como medio de producción. Los indios no son sino consecuencia de su servidumbre.

En la actualidad este factor no ha sido determinante, aunque, sostiene George M. Foster, las élites puedan estar muy contentas con el status quo, pero los indígenas de hoy día no están para soportar opresiones de quienes detentan el poder económico y político. En la actualidad los indígenas luchan contra el yugo de la explotación y la miseria, por la defensa de sus recursos naturales y contra megaproyectos que atentan contra recursos naturales. Luchan por la restitución de sus tierras, “contra la marginación, represión y la opresión, en fin, luchan contra las instancias políticas, sociales y económicas”. (J. C. Mariátegui).

El elemento principal debe desarrollar “nuestras culturas indígenas para poder enriquecer y afirmar la identidad nacional” (J.C Mariátegui). La emancipación indígena para el pleno goce de todos los derechos se dará con la intervención de todos los estratos sociales y conquista de mejores condiciones de vida sin exclusionismos e indigenismos clasistas.

La identidad cultural no se puede entender como una parte o carácter de la cultura, más bien, hace referencia al todo de cada cultura sin confundirla con la universalidad, como podía ser el caso de la cultura humana, sino distribuida en grupos como naciones, etnias, pueblos. La identidad nunca es unilateral, necesita de la interacción dialéctica, individuo-sociedad, la identidad se construye mediante un proceso de diferenciación.

Las sociedades indígenas reivindican la libertad mediante la consolidación de su conciencia de identidad cultural porque toda manifestación contra las arbitrariedades gubernamentales o por agentes que atentan contra los derechos fundamentales indígenas es una expresión del renacimiento, porque es en ella donde renace y se fundamenta la expresión de resistencia y oposición.

La identidad cultural indígena expresada mediante la lengua original, de no rescatarse mediante una auténtica educación bilingüe y bicultural, debe ser considerada por el Estado mexicano como un problema de seguridad nacional porque al desaparecer una sociedad originaria muere todo un legado.

 

Notas

 

Hilda Varela, Cultura y resistencia cultural, una cultura política, Edit. Caballito, 1ª Edic, México.

José Carlos Mariátegui, Obra Política, Edit. Era, México.

Geroge M. Foster, Las culturas tradicionales y los cambios técnicos, Edit. F. C. E. México.

Vicente Jesús Llorent García, Identidad  Cultural Indígena, Universidad de Sevilla.

Soledad Torrecuadrada García-Lozano, Identidad Indígena.

Violeta R Núñez, et al Propuesta de política para los pueblos indígenas de México.

Raquel Xochiquetzal Rivera, Autonomía indígena en México

UNAM – ONU, Los pueblos indígenas y los indicadores de bienestar y desarrollo.

Resistencia india

La libertad

 

* No tarda la burocracia que tiene en sus manos la educación del país en echarles la culpa a los maestros de esta disminución del amor a la patria, cuya cabeza visible, Aurelio Nuño Mayer soltó llanto fluido y entrecortó sus palabras al mirar entre los representantes de 110 escuelas particulares ─reunidos en uno de los salones de la SEP el 8 de septiembre─, a  quien fue su maestra entre preescolar y primaria.

 

 

Luis Zamora Calzada

 

Toluca, México; 13 de septiembre del 2016. Hoy en día hablar de libertad y sus representaciones es complicado. Las interpretaciones se encuentran de manera variada y diversa para los ocho millones de pobres del Estado de México ─vinculada la condición económica a los festejos del 15 de septiembre─, que la asocian a un día más difícil de llevarse un pan a la boca para mitigar el hambre que aqueja todo el tiempo.

¿Pensar en una tostada o un pambazo típico para la ocasión? Eso es para los ricos, dirían algunos, lo fundamental es subsistir y la sobrevivencia obliga a hacer de todo si no se quiere perecer.

Quienes tienen una calidad de vida regular ven el tema desde otra óptica: es la verbena popular, las viandas, los convivios, el desahogo del momento, el grito en la plaza pública ─acto al que se ha reducido el significado de la lucha iniciada en 1810─, con el grupo o cantante del momento para complacencia de los asistentes, hecho en el que los grupos gobernantes se han empeñados en llevar al mejor porque quizá piensen que eso es libertad.

Es raro que con motivo de la fecha existan grupos o sectores que analicen su propia condición o se den la oportunidad de reconocer cuáles son sus libertades, las que les garantiza la ley, ejercidas o no, para no alegar desconocimiento cuando la autoridad o terceras personas las limiten. La desinformación en ciertas condiciones puede ser sinónimo de complicidad en los abusos que se comenten en contra de la sociedad.

En el caso de los maestros estatales resulta alarmante que no comprendan que violan su libertad cuando les afilian de manera automática al sindicato oficial, sin consultarlos, mucho menos toman en cuenta su determinación y decisión legal. Para justificar este agravio la autoridad se ampara en el reglamento de Condiciones Generales de Trabajo de los servidores públicos docentes del subsistema educativo estatal, particularmente en dos artículos que aún son desconocidos para muchos, pero muchos docentes, el 46 y 47, donde el primero establece que “Los servidores públicos docentes que ingresen a prestar sus servicios con nombramiento por tiempo indeterminado serán considerados a partir de la fecha de su alta en el servicio como sindicalizados; a menos que expresen por escrito dirigido a la secretaría de administración, su deseo de no sindicalizarse”.

Por otro lado, el artículo 47 señala que “A los servidores públicos docentes afiliados al sindicato, les serán aplicados los descuentos a sus percepciones que por concepto de cuota el sindicato haya determinado e informado oficialmente a la Secretaría de Administración”.

Esto se traduce en afiliar al trabajador de manera arbitraria y autoritaria a un sindicato al que quizá no se quiera pertenecer, e iniciarle los descuentos a su sueldo por concepto de cuotas. Esto, simple y llanamente porque lo dice un reglamento. La voluntad y la autorización del trabajador para permitir una afiliación y descuento no tienen ningún valor para esta autoridad, no importa que violenten sus derechos consagrados en la Constitución, al fin y al cabo nadie les reclama. “Los maestros son miedosos por naturaleza”, asegura un funcionario de tercer nivel del área educativa.

Si a un maestro ─que a los ojos de la sociedad es preparado, leído, culto, informado─, le coartan su libertad, ¿qué no hace la autoridad y el gobierno con otros sectores de la población? Al respecto algunos profesores han asegurado que no actúan por desconocimiento pero lo cierto es que la desinformación no les libera de la responsabilidad de no hacer valer su derecho.

Desde esta visión, maestras y maestros, ¿qué celebran el 15 de septiembre de cada año? ¿Qué noción de libertad construyen en sus estudiantes? Son preguntas, únicamente preguntas.

 

Llanto educativo

 

Los festejos por la Independencia del país no están a todo lo que debieran,  los vendedores de banderas, sombreros, postizos, gráficos para el rostro entre otros, ofrecen su mercancía por las calles de la ciudad, pero su entusiasmo disminuye conforme pasan las horas del día, las ventas son bajas, muchos se truenan los dedos, saben que de aquí al jueves deben recuperar su inversión.

– Ya no se compra igual que antes -dicen algunos- porque parece que al fervor patrio algo le pasó, la culpa es de quien trajo al gringo ése para ofendernos en nuestras narices, ya ni la amuelan esos catrines de cartón, nos pasaron a perjudicar a todos.

Si los Niños Héroes ─como haya sido, se enredaron la bandera para aventarse del Castillo de Chapultepec, alejándola del alcance de los invasores─, hubieran imaginado lo que pasaría en 2016, seguramente habrían pensado dos veces antes de tirarse al vacío. Su sacrificio fue en vano, la posteridad no les reclamaría nada, eso sí, las narraciones de los libros de historia escolar sufrirían una enmienda inmediata para evitar tantas preguntas que hacen los escolapios respecto al valor para defender a la patria y que no ven por ningún lado en los tiempos actuales.

Por cierto, no tarda la burocracia que tiene en sus manos la educación del país en echarles la culpa a los maestros de esta disminución del amor a la patria, cuya cabeza visible, Aurelio Nuño Mayer soltó llanto fluido y entrecortó sus palabras al mirar entre los representantes de 110 escuelas particulares ─reunidos en uno de los salones de la SEP el 8 de septiembre─, a  quien fue su maestra entre preescolar y primaria, actualmente con 84 años de edad, de los cuales 66 ha dedicado al magisterio como docente y directivo.

Se asegura que la maestra también lloró, no se sabe a ciencia cierta la razón, algunos aseguran que porque su ex alumno no la ha recibido a pesar de las solicitudes realizadas con anterioridad en la dependencia a su cargo. Otros malpensados dicen que porque ese alumno no aprendió.

Razones para soltar el llanto en educación sobran, seguramente le avisaron a Nuño que su presupuesto sufría nuevamente una disminución porque el paquete económico para 2017 que se destinará a la SEP será de 265 mil 704 millones de pesos, menor al que se ejerce este año con una cifra de 299 mil 359 millones de pesos, cantidad mucho menor a la de dos mil quince, que fue de 305 mil 741 millones de pesos. Este presupuesto seguramente acentuará su actuación bélica en busca de más profesores por cesar.

Para llorar está la llamada propuesta de modelo educativo para educación básica y media superior, al marginar al nivel de educación superior y la infraestructura de producción instalada en el país, el financiamiento, las instalaciones escolares, entre otros, automáticamente deja de ser un modelo. De ello cada día se dan cuenta más y más maestros de la base, la sociedad en general, de donde surgen cada día críticos que no se engañan con los foros instaurados ─sin participación académica formal, tendientes más a la creencia del albedrío andante al no existir condiciones para aportes al asunto curricular y demás componentes─, ni con los discursos preparados. Sencillamente de estos temas no se puede hablar con Nuño, él sólo entiende de represión y despido a maestros, dicen muchos actores sociales.

 

La libertad

El Informe Loewe

 

* El médico Ricardo Loewe concluye que “el estudiante normalista Julio César Mondragón Fontes fue torturado y ejecutado extrajudicialmente. La mutilación de su cara corresponde a la de otras víctimas de terrorismo, supuestamente perpetrado por el “crimen organizado”. Como ya lo expresé públicamente, el cadáver de la víctima, un líder estudiantil incómodo para el sistema, fue utilizado como mensaje para quien ose oponerse a la autoridad. El punto principal de divergencia es si la mutilación fue pre o post mortem; en mi opinión, la respuesta está en el lago hemático. En cuanto al médico perito Alatorre, se hizo cómplice de la tortura al omitir su denuncia”.

 

Nuestro Tiempo

Toluca, México; 8 de agosto del 2016. Al normalista de Ayotzinapa, Julio César Mondragón Fontes, lo torturan, desollaron y asesinaron la madrugada del 27 de septiembre del 2014 en el Camino del Andariego, en Iguala, Guerrero. La Comisión Nacional de Derechos Humanos ha dicho que ese desollamiento no fue practicado por mano humana, sino que la fauna de ese lugar comió el rostro del estudiante, hasta arrancarle la piel.

Pero fotografías tomadas por forenses de Iguala demuestran otra cosa.

Un corte en forma de gota, de bordes nítidos y dirección controlada, realizado con un objeto punzocortante con las características de un bisturí. Quien hizo ese corte demuestra que tiene entrenamiento previo.

Ese corte, según cirujanos plásticos y dermatólogos, tiene una razón de ser. Y ésa es que es una manera de asegurar que el colgajo del rostro no se rompa o se parta y pueda ser extraído en una sola pieza, con el menor daño posible. Quien diseccionó la piel de Julio César comenzó entonces desde ese corte en forma de gota, con dirección controlada y que dejó cortes nítidos regulares.

Los cortes y las lesiones de Julio César fueron interpretados por dos médicos, uno de ellos Ricardo Loewe, especialista en lesiones y muertes por tortura, quien entregó a la familia Mondragón Mendoza un estudio con conclusiones que en esa ruta de saber qué pasó, chocan de frente con las de la CNDH y con los reportes de los periciales de Iguala, firmados el 27 y 28 de septiembre de septiembre del 2014.

El trabajo de Loewe, público desde la fecha de su entrega, en agosto del 2015, dice que “Llama la atención que el agente de la PGJG concluya que el lugar donde fue levantado el cadáver de Julio César Mondragón no correspondiera al sitio de la muerte, a pesar del lago hemático que aparece junto al cadáver, como se puede apreciar en la foto 1. Este lago hemático muestra, además, que las lesiones fueron producidas en vida de la víctima. Es de importancia fundamental señalar la observación del agente de la procuraduría, de que las lesiones en cara y cuello son nítidas y fueron producidas por un agente cortante, lo que se confirma por las imágenes fotográficas N° 2.

”Este mismo documento reporta el hallazgo de equimosis (moretones) en ambos costados y el hipocondrio, que se corresponden con las imágenes fotográficas N° 3 y con el hallazgo necróptico de costillas rotas y de hematomas en el abdomen. Esto indica que la víctima recibió golpes –el informe médico legal reporta que con un objeto plano, ya sea con la empuñadura de un arma, o con una bota– que le produjeron una hemorragia interna. Digamos de paso que el lago hemático en el suelo y los hallazgos de hemorragia interna, así como del corazón “vacío” indican que una causa de la muerte, si no la más importante, fue la hemorragia.

”Vayamos al informe de la autopsia, firmada por el Dr. Carlos Alatorre y fechada el 27 de septiembre de 2014.

”El informe forense dice que el cadáver tenía “pupilas dilatadas…”, mientras que el funcionario de la PGR menciona el desprendimiento total de tejido blando de la cara, con lesiones “corto abulsivas” (sic). La falta de profesionalismo produce manifestaciones grotescas.

”Salta a la vista el punto número 3, en el que se diagnostica que la “herida” (las alteraciones post mortem no reciben el nombre de heridas; son destrucciones de tejidos, mutilaciones) de la cara y cuello fue producida post mortem. En contra de lo reportado por el agente de la PGRG, describe los bordes como “exfacelados (sic) e irregulares” y con marcas de caninos. Agrega en el punto 5 que el pabellón auricular izquierdo tenía signos de haber sido “masticado por fauna del lugar” ¿Cómo se esfacelaron cortes poco antes descritos como bordes nítidos? ¿Cómo establece el patólogo que el globo ocular fue enucleado después de la muerte de la víctima? ¿Cómo estableció el patólogo que la mutilación de cara y cuello fue producida post mortem?”.

Loewe dice lo anterior apoyado en imágenes que el equipo legal de la familia Mondragón Mendoza le hizo llegar. El médico presenta, para comparar, imágenes de cadáveres a los que animales depredadores les han comido la cara y algunas partes del cuerpo. Las diferencias entre éstas y el cuerpo de Julio César son abismales.

Loewe concluye que “el estudiante normalista Julio César Mondragón Fontes fue torturado y ejecutado extrajudicialmente. La mutilación de su cara corresponde a la de otras víctimas de terrorismo, supuestamente perpetrado por el “crimen organizado”. Como ya lo expresé públicamente, el cadáver de la víctima, un líder estudiantil incómodo para el sistema, fue utilizado como mensaje para quien ose oponerse a la autoridad. El punto principal de divergencia es si la mutilación fue pre o post mortem; en mi opinión, la respuesta está en el lago hemático. En cuanto al médico perito Alatorre, se hizo cómplice de la tortura al omitir su denuncia”.

 

port info loewe

Informe JC Mondragón

El Informe Loewe

Mamá

Por Sandra Rosas-Fabiunke

 

 

Te pregunto cómo dormiste y

me cuentas sin más tu infancia apedreada.

 

Recorres las heridas de mi espalda

con cada uno de tus recuerdos

 

Me declaro culpable

cenicienta de tus oídos

sin más pausas que esa tos extraña o

las ganas de ir al baño

 

Pero tus palabras no siempre llegan

al lugar indicado

se pierden en el camino

en recesos excesivos

que tú llamas

tía María, tío Desaparecido

abuelita madre

 

Escapo a escondidas con mi hambre

mi paciencia engrandecida

mis temores de romperte

y así pasan los días

sin dejar de amarte.

 

Apenas digo “buenos días“

y me ametrallas sin saberlo

con tu epopeya de madre arrepentida

que ni dormida callas

 

Me saludas como en el teatro

y comenzamos a tu modo

 

Me llamas con otros nombres

a veces soy Anita o

o mejor tu hermana.

 

Pareciera que mi nombre

te lo hubieran robado

cuando tratas de decirlo.

 

Me siento como si tuviera seis años.

Me miras y sabes que me has abandonado.

Yo me estiro con ganas de quererte

me asusta tu cara perdida

tus manos de obrera

 

No te quiero como debiera

 

Es sólo esta manera que tienes de quedarte

la necesidad de que no me abandones.

 

Quizá es esta boca que no se atreve a pronunciarme.

Mamá

Mis hermanos habitan los hongos

* Los ropavejeros deambulan, sonámbulos, por las calles a deshoras como en las islas los cuentos y pregonan a voz en cuello su mal de amor. De vez en cuando alguien sale y se une en el lamento. Hay cerveza, un apretón de manos, golpes y salivazos mientras alguien, del otro lado, intenta dormir en paz.

 

Miguel Alvarado

Los Diarios de Kafka. Quisiera saber qué hubieran hecho esos tipos si conocieran internet. Seguramente tendrían diarios en línea, llenos de notas aburridas. Dejo esto, me voy a la cama sin cenar. Sólo un sorbo de vino tinto para aligerar el estómago porque tuve un ataque. De pronto me encontré tirado en la cama, sin saber quién era, qué pasaba, bañado en vómito y sangre, apestado, perseguido.

Pero este ataque, tal vez el número 100 ó 200 en mi vida, fue el que más me acercó a la sensación de muerte inevitable. Hoy le tengo miedo a la cama, a mi cuarto, a mi casa. Retardo cuanto puedo la llegada, luego del trabajo, pero es imposible, no puedo dormir en cuartos de hotel, en el auto.

Tengo la cara hermosa, como un dios romano con las marcas de barros y espinillas imposibles de quitar. La gente voltea en la calle y mira mi belleza, sacada de algún cuadro de Schiegle. No puedo hacer nada con ello, sé que soy hermoso y me apena la gente que no lo es, porque debe sufrir. Lo que ellos no saben es que me estoy muriendo. No. Sí. Yo el portador de esa muerte umbilicada, aunque escapo, me voy, no regreso, soy yo mismo. La muerte, ese vacío de nada, me llena los huesos y el cuenco de las manos, mira mis genitales, los güevos y mama de esta leche estelar de la galaxia de carne y tejido, ampulada, puta, espanto certero.

La casa me aplasta. Eso no está bien porque allí vive Selene y yo vivo donde está ella. El azul de las paredes de pronto muerde y entiendo lo que significa el desasosiego, ese tal del que hablaba en mi aorta el cielo con demasiado sol, la ventana sucia, el polvo en la ropa más querida.

Y no tengo dónde ir, cubrirme por lo menos, asegurar que mis dedos se queden quietos, que no los pierda ni los cercenen. Una luz envuelve la piel que voy dejando por sillones y sillas. Ojalá que haya luna, que no se caiga la luna y que pueda verla. Esta noche es buena y recuerdo que el viaje, el constante movimiento, su propia ilusión y la del viajero que duerme representa el refugio, la sábana limpia y la música pura. O puede ser un golpe de hojas, el relato de mis fuegos de artificio, la favela querida que abre fauces y maltrata.

Esta noche será diferente. Hoy no tendré miedo camino a casa.

Leo el Diario de Kurt Cobain. Lo compré en 40 dólares, demasiado para esta pobre economía de plastilina. Pero lo hice porque, entre otras cosas, me encantó la edición de Mondadori, toda negra y sin más títulos que el nombre del muerto y su obra.

La obra, mala. La traducción, quiero decir. Española.

No importa. Tengo el Diario de Kurt Cobain en mi casa, allí donde nadie entra.

Después de tanto temo las caras que surjan de la tinta, de un nuevo trazo en estas manos inertes. Pero me asusta más esta inutilidad, este cuerpo tan imbécil que hace de la luz una danza de pereza. Me duele la cabeza. No es nada, es solamente lluvia resbalando por el cristal, el frío de esta lámpara y las sábanas arrugadas.

De cuando en cuando uno voltea y le sonríe a las sombras.

Sacar, meter, sacar, meter.

El acto de una máquina de carne se chamusca en el sol de un día claro y sin prejuicios.

Lamento no haber bebido esas cervezas que me tocaban. Deseo de todo corazón que Panindícuaro se quede por siempre fijo en tus ojos, en esas mantas apergaminadas en las que se convertirán tus manos.

De vez en cuando acaricio tu pelo, recuerdo el viaje por Cuitzeo, lleno de moscos y luciérnagas.

Era suficiente esa oscuridad y no necesitaba de aldabas para ser escuchado o de mentiras que a nadie, excepto a mí, engañan desde mi palquito apoltronado donde transcurre la lluvia.

Este es un día de muertos, de dolor de pies y risas cortitas, quedas, abrazado a la luna de todos los días, acostada al otro lado de las sábanas.

Parte del pasado se interna por los huesos, corre libre y pregunta a las venas, entra y vaga en la sangre, la desangra y juega con los vellos púbicos. Hace malabarismo y recorre el cuerpo hasta el largo rechinido de los dientes.

En ese caso, cuando perder significa no haber temblado, resistir electrizado y no recaer en el regazo de mi propio examen moral, despierto, prendo la luz y preparo chocolate, delante de mi sombra. Mis hermanos habitan los hongos, esa parte porosa de mi alma.

Llegan las nubes y deseo que llueva. A veces, en el camino de las mañanas, las lágrimas relumbran y las manos se acercan a una verdad debajo del paisaje recién bañado, pintado únicamente con olores y sombras tornasoladas como un día de campo plácido, placentero.

En las tardes de los sábados me siento a mirar por la ventana y los gatos juegan en el jardín, atentos al viento y al crecimiento de las flores. Las plantas susurran arrastrándose desde el cielo y dejan caer sus hojas, dividiendo las piedras y ordenando el adentro y afuera.

Uno de los gatos es negro.

Luego es de noche y afuera los ruidos cambian.

Tengo el cuerpo marcado

la cara arañada

tierra en las comisuras.

Este es el cielo de hoy. Mañana será el suelo y de pronto será lo mismo.

Busco ciruelas, frutas guardadas en canastitas o dulces en la mesita de centro.

Las bardas lloran su cal, su arena y se congelan en el rito innecesario del concreto.

Los ropavejeros deambulan, sonámbulos, por las calles a deshoras como en las islas los cuentos y pregonan a voz en cuello su mal de amor. De vez en cuando alguien sale y se une en el lamento. Hay cerveza, un apretón de manos, golpes y salivazos mientras alguien, del otro lado, intenta dormir en paz.

Esa cara cazadora estaba allí, encima mío, al salir a orinar al jardín. Sólo alcancé a verle las orejas y dos ojazos, mientras maullaba en silencio el ronco recuerdo de un temblor.

Uno se encuentra prisionero, tendido cuan largo es y busca de pronto la muerte, el ramaje azul, algo que cubra del invierno, la lluvia mordaz. En todo caso, uno quiere sentarse por un momento, epilogarlo y quedarse quieto, callado, con la voz en el cuello, cercano al propio asesinato.

Satisfecho, observo cómo mi trabajo enriquece a otros y me da bien de comer. El estigma del moderno esclavo termina por envolverme poco a poco y no tengo posibilidad, aparentemente, de salir de este círculo.

Y digo satisfecho porque ni siquiera hay tiempo para repudiarlo. La espiral del cansancio toma otras formas y es medido perfectamente por una línea de producción.

Días y noches a golpe de un idioma que no habla y que llegué a dominar por pura imitación dan esa preciosa oportunidad de los discursos arrítmicos y tasan mi pequeña enfermedad, la pisan y revaloran en el mercado de las acciones.

Entre la lluvia y los peces, los asideros se oxidan, dejan de ser escalas primitivas.

Esta vez el cielo, mis ojos, arrullan un corazón absorto en un videojuego a las tres de la mañana.

Mis hermanos habitan los hongos

Metepec: el origen de la narcobonanza

* Las crónicas sobre enfrentamientos encarnizados, uso de armas de fuego y sangre que corre en otras poblaciones mexiquenses han hecho parecer que se trata de fenómenos lejanos. Quizá por ello, al recorrer las calles de la Ciudad Típica de Metepec, sesenta kilómetros al surponiente de la Ciudad de México, se antoja poseer un pedacito de este territorio tan singular. El pueblo vive su mayor bonanza económica, por mucho que tal percepción sea discutible. En dicha bonanza uno descubre pronto que los metepequenses aceptaron, de forma muy natural, el narcolenguaje que cubre a toda la nación con vocablos tales como “rafaguear”, “entambar”, “encostalar” o “pozolear”.

 

Francisco Cruz Jiménez

Las narcoesposas, los narcojuniors y otros narcofamiliares se convirtieron en un atractivo que nadie podía desdeñar. En Metepec se abrieron modernas estéticas, clínicas de belleza, spas, boutiques, tiendas de regalos, gimnasios, centros de yoga o de spinning. Carina García documentó en 2009 seiscientas setenta licencias con esos giros, expedidas de finales de 2000 a enero de 2009.

También llegaron otros servicios: centros comerciales como Plaza las Américas, Plaza San Juan, Pabellón y Galerías Metepec. Tiendas departamentales como Liverpool, Zara, Sears y Suburbia. Tiendas de autoservicio como Sam’s Club y Wal-Mart. Y se establecieron distribuidores de las marcas de automóviles más importantes: Mercedes-Benz, Volvo, Audi, BMW , Toyota, Nissan, Lincoln, Volkswagen y Seat. No es raro que aquí circulen con naturalidad poco habitual autos Mercedes-Benz de las series superiores al 400, Lamborghini, BMW serie 3 y hacia arriba, Porsche, Lincoln, Jaguar XKR o Maseratti 3200.

Llegaron las cadenas restauranteras: Starbucks, Vips, Sanborns, McDonald’s, Burger King y Kentucky. Para entonces ya habían pasado a la historia las tostadas y los tacos dorados de Amalia, y los tacos de maciza de Renovato. Por el folclor, sólo se mantuvieron los tacos ahogados de doña Paz.

Desde luego, no podían faltar los servicios de salud ni los bancarios. Carina García encontró que en ocho años se abrieron veintidós nuevas sucursales de banco, además de casas de cambio e instituciones financieras.

El entretenimiento tampoco se quedó atrás. El mejor ejemplo fueron la pista de hielo y las salas de Cinemex y Cinépolis VIP, que desplazaron a los dos viejos jacalones que ofrecían domingo y lunes funciones de cine y donde la voz del padre Gustavo Salmerón se transformaba en sermones de censura oficial.

En este pueblo, donde hasta 1972 la secundaria se concebía como el nivel máximo de estudios, se instalaron prestigiosas instituciones educativas de nivel medio superior y superior, como el Tecnológico de Monterrey, la Universidad del Valle de México y el Instituto Universitario del Estado de México.

Alguna vez pequeño y apacible pueblo artesanal, donde la mitad de la población se dedicaba a la elaboración manual de ollas, cazuelas, jarros y otras artesanías de barro, y la otra mitad se ocupaba en cultivar el campo con maíz criollo, el municipio de Metepec —fronterizo con los de Toluca, Calimaya y el zapatero San Mateo Atenco— transpira permanentemente un aire de neutralidad para el movimiento de abogados, cómplices, secuaces y colaboradores de bandas del crimen organizado, aliadas o enemigas.

Desde principios de la década de 1970, los campesinos fueron atraídos con engañosos salarios (seguros y semanales, además de prestaciones de ley, como el seguro social) que se ofrecían en fábricas tradicionales edificadas en el corredor industrial Toluca-Lerma. Veinte más tarde, convencidos también de que el agotado campo, olvidado y abandonado por los gobiernos priistas, no daría para más, a precios de regalo vendieron sus parcelas y casitas humildes de barro que otros, ya en plena especulación, transformaron en las suntuosas residencias. A éstas se mudaron, en principio, políticos, empresarios y acaudalados comerciantes.

Aunque uno se detuviera fascinado en las típicas calles llenas de cerámica policroma en torno al Cerro de los Magueyes, para recrearse con el artesanal “Árbol de la Vida”, sin hurgar en otros detalles ni zonas más allá de cinco cuadras a la redonda de la cabecera municipal, podría descubrir, casi de inmediato y sin quererlo, que se esconde otra ciudad misteriosa, habitada por personajes que llegaron hace menos de dos décadas y que avasallan por su poder. Frente a ellos, los habitantes originales de este lugar lluvioso y frío luchan contra su desaparición y mantienen vivas sus costumbres, fiestas y tradiciones.

Metepec carece de la notoriedad de Interlomas en Huixquilucan, o de Santa Fe, Lomas de Tecamachalco, Lomas de Chapultepec y de San Ángel en el Distrito Federal, o de Puerta de Hierro en Guadalajara, y nada tiene que ver con el atractivo que ofrecen la laguna de Valle de Bravo ni el clima siempre generoso de Ixtapan de la Sal —sitios de retiro y de recreo de fin de semana de los dueños del dinero nacional—, pero desde principios de la década de los noventa del siglo pasado se puede comparar con dichas zonas y juega un papel fundamental en el desarrollo e impulso del trasiego de drogas en el centro de México.

Su tradición alfarera de lunas y soles de barro describe la armonía del viejo paisaje circundante de este pueblo que hoy reúne una serie de conjuntos residenciales, verdaderas ciudades amuralladas, cuyo estilo difiere de las características de construcción (las típicas casitas de teja y barro) que erigió la población nativa.

A pesar de los vecinos, el nuevo Metepec ha sido privilegiado porque la guerra que siembra muertos en casi cada rincón de este convulsionado estado se resiente muy poco en sus calles. Investigaciones externas y trabajos periodísticos comprueban que el crimen organizado ha declarado una tregua permanente en el afamado club de Golf de San Carlos primera sección, que los vientos del narcotráfico respetan las apacibles aguas de su lago y el mensaje de paz se ha incrustado en el ébano de su exclusivo restaurante.

Los pocos campesinos que quedan y sus herederos (atrapados en la modernidad) se empeñan neciamente en mantener, cada mayo, su tradicional “Paseo de los Locos”, un desfile dedicado a San Isidro Labrador, el santo patrono, y que se distingue porque los hombres se disfrazan de mujeres. “Su manifestación colectiva central, fiesta de origen rural, agrícola y colonial, cuya vitalidad no ha decaído conforme el municipio, y en particular la cabecera municipal, se ha urbanizado”, escribió el sociólogo José Luis Cardona Estrada.

A simple vista parecería que no pasa nada. Y así ha sido desde mediados de los noventa, cuando la elite del narcotráfico empezó a llegar y se asentó en la exclusiva zona residencial de San Carlos, la cual acaparaban —desde principios de 1960— las clases toluqueñas que controlan la vida política, comercial y empresarial. La nueva casta descubrió la belleza amurallada de San Carlos, levantado en honor a la acumulación de riqueza —con la semilla de los recursos del erario y bien enraizada la corrupción— que caracterizó toda su vida al profesor Carlos Hank González.

Las crónicas sobre enfrentamientos encarnizados, uso de armas de fuego y sangre que corre en otras poblaciones mexiquenses han hecho parecer que se trata de fenómenos lejanos. Quizá por ello, al recorrer las calles de la Ciudad Típica de Metepec, sesenta kilómetros al surponiente de la Ciudad de México, se antoja poseer un pedacito de este territorio tan singular. El pueblo vive su mayor bonanza económica, por mucho que tal percepción sea discutible. En dicha bonanza uno descubre pronto que los metepequenses aceptaron, de forma muy natural, el narcolenguaje que cubre a toda la nación con vocablos tales como “rafaguear”, “entambar”, “encostalar” o “pozolear”.

En las calles de este pueblo, representantes de los personajes más reconocidos del hampa incrustaron poco a poco mensajes para hacer entender que nadie debía meterse con ellos, porque sus peculiares diálogos empiezan con la palabra levantón seguidos con las ráfagas de un cuerno de chivo.

José Luis Cardona Estrada plasmó sus impresiones del Metepec de hoy: “Por aquí y por allá se aprecian casas de construcción reciente. Pero por todos lados, según se aleje uno de las calles principales y transite por las estrechas, hay muchas casas de adobe, con solares de unos cuantos metros cuadrados que verdean cuando las lluvias aumentan y ofrecen un escenario llamativo entre junio y agosto, antes de la llegada del otoño. Abunda la gente sencilla, la que tiene un taller de herrería, de reparación de bicicletas o la que tiene un taller alfarero, sobre todo en las calles de Comonfort, Altamirano y Zaragoza.

[…] Son muy socorridas las misceláneas y ahora las lonjas mercantiles, donde se combina el negocio del abarrote y la venta de vinos. Abunda la gente que simplemente entra y sale de sus casas para hacer su vida cotidiana”.

Los metepequenses se apropiaron de las calles tras la llegada de fuereños que se adueñaron de sus tierras para levantar sus modernas y muy seguras ciudades, y que impusieron un modelo a través de leyendas de homicidios violentos atribuidos a sus sicarios, lugartenientes y operadores de dinero.

Eternos humildes caminantes de buen humor, los metepequenses se vengaron: se hicieron del espacio con sus humos, sus ruidos y la intemperancia de los conductores. “Por las mañanas y por las tardes”, escribió Cardona en su tesis Interpretación, reinterpretación de la fiesta de San Isidro Labrador y el Paseo de los Locos en Metepec, “caminan por esas calles y regresan por ellas”, y sólo se alejan los domingos para dar paso a una creciente llegada de turistas provenientes de la Ciudad de México.

Los lugareños y los turistas no pueden entrar a las zonas amuralladas y los habitantes de éstas apenas conocen que están en la Ciudad Típica de Metepec, cuya fundación española data de 1569. A su arribo, las conservadoras familias de los capos supieron apreciar esa disposición y el pueblo de artesanos se transformó. Primero fue el boom inmobiliario. En 2010, Metepec cuenta con al menos veinticuatro fraccionamientos residenciales de gran lujo. En tal proceso resultó natural que el símbolo de prosperidad de los recién llegados fuera el dólar como principal moneda de cambio, y que las transacciones se hicieran en efectivo.

A pesar de cierta desconfianza, y hasta rechazo oculto a los nuevos vecinos, la presencia de éstos tuvo un impacto inmediato cuando el metro cuadrado de las milpas muertas pasó, de un día para otro, de cuatrocientos pesos a mil seiscientos dólares o más, según la ubicación y el nombre del fraccionamiento residencial. Por eso también se aceptó el nuevo lenguaje señalado antes, y entonces se habló de “narcofamilias”, “narcomenudeo”, “tiro de gracia”, “narcoempresarios”, “narcoprofesionistas” y “narcodólares”.

El significado real de la presencia de los familiares de los narcotraficantes y su calibre se pulsó en la madrugada del sábado 2 de junio de 2001, cuando Karla Andrea Rico Fonseca, nieta del capo Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto, fue asesinada de un tiro en la espalda en el aledaño municipio de Calimaya.

Agentes de la PGJEM encontraron el cadáver y, junto a éste, un casquillo de bala calibre cuarenta y cinco, por lo que se inició la indagación correspondiente por los delitos de homicidio calificado, privación ilegal de la libertad en su modalidad de secuestro y robo con violencia, en contra de quien resultara responsable.

Al salir del restaurante Sanborns en Plaza Galerías Metepec, pasadas las once y veinte de la noche del viernes 1 de junio, frente a su tía Nydia Zulema Toledo Núñez y un amigo identificado como Carlos Arroyo, Karla fue secuestrada por tres personas que la subieron a un automóvil Nissan Tsuru blanco. Fue a la una y media de la madrugada cuando la policía encontró el cadáver de la narconieta del reo trescientos setenta y uno de Almoloya de Juárez, en el paraje conocido como El Columpio, sobre la carretera Zacango-San Juan Tilapa, en el referido municipio de Calimaya.

Si fue crimen pasional o una venganza por parte de la delincuencia organizada, en la PGJEM no se aventuraron a dar mayores explicaciones sobre el ataque. Un balazo fue suficiente para matar a Karla, de dieciocho años de edad. Pocos dudaron en calificar el homicidio como una represalia contra el reo. Los verdugos devolvieron el teléfono celular de Karla, pero le quitaron los aretes y otras joyas.

El pueblo se estremeció otra vez la noche del jueves 20 de mayo de 2004 con la ejecución de una vecina que encajaba entre los recién llegados: la abogada Edna Laura Martínez Álvarez, esposa del narcotraficante Carlos Enrique Tapia Anchando, quien había caído en desgracia en septiembre de 1989 cuando a su jefe, el hoy extinto juarense Rafael Muñoz Talavera, las policías federales de Estados Unidos le decomisaron en una bodega de Los Ángeles, California, un cargamento cercano a veintiuna y medio toneladas de cocaína base y doce millones seiscientos mil dólares en efectivo.

Edna Laura, quien se abría paso para convertirse en defensora de algunos capos notorios, como su esposo mismo y Jesús Labra Avilés, alias Don Chuy, fue interceptada y acorralada en su camioneta de gran lujo, a la altura del cruce que forman las avenidas Comonfort y Las Torres, calles donde, en esa zona fronteriza con Toluca, se alzan algunos de los más exclusivos barrios residenciales de Metepec. Desde otra camioneta, los asesinos le dispararon con armas de fuego.

Al aludir a la ejecución, el procurador estatal Alfonso Navarrete Prida puso a salvo al gobierno del atlacomulquense Arturo Montiel Rojas y sostuvo que la confinación de internos altamente peligrosos y la insuficiencia de medidas de seguridad en esa zona habían derivado en ajusticiamientos del narcotráfico.

“En diversas ocasiones”, declaró a la prensa, “he insistido, ante autoridades federales, que las medidas de seguridad en La Palma no son las óptimas, pues si ya se registró una ejecución en el interior del propio centro federal, es que algo anda fallando.” Y recordó que ese año, hasta mayo, se habían reportado al menos tres hechos violentos en el valle de Toluca, relacionados con la población de internos recluidos en Almoloya de Juárez.

Metepec: el origen de la narcobonanza