Después de Eruviel

 

* Con una prensa a modo, escondiendo las incapacidades y las bribonadas de Peña, Angélica Rivera, Luis Videgaray Caso, Miguel Ángel Osorio Chong, Rosario Robles Berlanga, Emilio Lozoya Austin y las del defenestrado Jesús Murillo Karam, entre otros, Eruviel Ávila ha logrado sobrevivir sin sobresaltos, ocultando la basura propia, no otra sino la pobreza de los mexiquense, la corrupción gubernamental —el Estado de México es la segunda entidad más corrupta del país—, el crimen y la incapacidad.

 

Francisco Cruz Jiménez

Eruviel Ávila Villegas es un político de convicciones poco firmes; un gobernador enteramente gris, también macabro, y un hombre que aprendió a mentir con facilidad; es un camaleón cuyas inseguridades y vacilaciones más peligrosas casi lo traicionan a finales de 2010, aunque finalmente las ambiciones largas y desmedidas del gobernador Enrique Peña Nieto le cuadraron el futuro. Y el 15 de septiembre de 2011 juró como nuevo gobernador.

A punto de cumplir cinco años de gobierno y ya en marcha el proceso priista para buscarle sucesor, el Estado de México ha vivido prolongados episodios de terror. Destacan el fusilamiento de 22 jóvenes en la pequeña comunidad de San Pedro Limón en Tlatlaya, el asesinato impune de mujeres y las fundadas sospechas de corrupción que recaen sobre algunos de sus más cercanos colaboradores, como Apolinar Mena Vargas (el suertudo Polo Mena) y el caso del consorcio español Obrascon Huarte Lain, S.A., conocido a secas por sus siglas de OHL.

Escándalos le brotan por cada rincón. Y si no han pasado a mayores y han quedado en segundo plano debe darle las gracias a su antecesor Peña, cabeza de un gobierno federal desdibujado entre la frivolidad, la carencia de integridad, la incapacidad y la corrupción disfrazada de conflicto de intereses que sólo ha podido paliar por las multimillonarias sumas que cada año su administración destina a los grandes medios de comunicación.

Con una prensa a modo, escondiendo las incapacidades y las bribonadas de Peña, Angélica Rivera, Luis Videgaray Caso, Miguel Ángel Osorio Chong, Rosario Robles Berlanga, Emilio Lozoya Austin y las del defenestrado Jesús Murillo Karam, entre otros, Eruviel ha logrado sobrevivir sin sobresaltos, ocultando la basura propia, no otra sino la pobreza de los mexiquense, la corrupción gubernamental —el Estado de México es la segunda entidad más corrupta del país—, el crimen y la incapacidad.

A estas alturas, pues, sabemos que Peña es un presidente desprestigiado, poco confiable e incapaz que en 2011 impuso en la gubernatura a un político —Eruviel Ávila— a imagen y semejanza, pero que en los próximos meses deberán encontrar, si no lo tiene ya, al nuevo candidato priista a gobernador. Hábil como es, Eruviel entiende que sus indecisiones y sus caprichos pueden jugarle una mala pasada, así que lo más sano para su carrera será hacerse a un lado, nadar —como dicen en el pueblo— de muertito o hacerse… para un lado y dejar esa decisión en las manos de quienes le prestaron la administración del gobierno estatal.

En una país en el que la economía y las finanzas no funcionan, ni siquiera a través de su amistad con el secretario de Hacienda, Luis Videgaray —quien coordinó su campaña a la gubernatura— podrá meter las manos por su consentido —quizá un poco más que eso— Erasto Martínez Rojas. Sólo él sabe hasta qué punto arriesgará su futuro por Indalecio Ríos Velázquez, alcalde de Ecatepec, César Nomar Gómez Monge, titular de la Secretaría de Salud, o por el de la ex alcaldesa Martha Hilda González Calderón.

Si de alguno de ellos saldrá el sucesor, la decisión última pasará necesariamente por las manos de Peña y su tío Arturo Montiel, empecinados en convertirse en el factor fundamental del proceso electoral mexiquense por venir; por eso en esa engañosa lista también se anotó de nueva cuenta Alfredo del Mazo Maza, quien mantiene una campaña soterrada y persistente, aunque del grupo de aspirantes priistas es el único que puede dar fe que su primo el señor presidente puede ser tan voluble como cualquiera y tomar decisiones según los intereses o el primer humor de la mañana.

Con esos humores, en 2010, Del Mazo Maza sufrió un descalabro de tamañas proporciones —lo obligaron a declinar por Eruviel, salirse por la puerta de atrás—, que sólo puede compararse con las decepciones, por decir lo menos, que su padre y su abuelo —Alfredo del Mazo González y Alfredo del Mazo Vélez— soportaron cuando hicieron su lucha por buscar, cada uno en su momento, la candidatura presidencial del PRI. El primero en 1988 y el segundo en 1946 y luego en 1958. Los llaman Los Malapata.

En el instante en el que los priistas mexiquenses han empezado a encender la hoguera de las vanidades y perfilan una vez más la democracia como un episodio de ficción o una figura inexistente en el terreno de los hechos, nadie da por muerto al veleidoso, explosivo y cuestionado Luis Enrique Miranda Nava, alter ego de Peña; ni muchos se atreven a lanzar abiertamente los primeros deseos sabiendo que Videgaray o Aurelio Nuño Mayer aceptarían, en consolación la gubernatura mexiquense, que maneja un nada desdeñable presupuesto anual cercano a 200 mil millones de pesos.

Si bien es cierto que, como reza el refrán, “calladitos se ven más bonitos”, en estas formas autoritarias que se han de repetir una y otra vez, la senadora Ana Lilia Herrera Anzaldo, una priista de convicciones poco firmes o una legisladora enteramente gris y en su momento una alcaldesa quien por omisión, complicidad o incapacidad hizo de Metepec un refugio del cártel de la Familia Michoacana, mantiene encendida una veladora en los altares de Peña, Manlio Fabio Beltrones, el líder nacional priista, y el ex gobernador Arturo Montiel Rojas, quien la llevó a probar las mieles y los beneficios del poder. Ya se verá si del poder absoluto también.

Nombres hay para escoger. Los 200 mil millones anuales son un poderoso imán. A su alrededor bailan y suspiran Ernesto Némer Álvarez —del subgrupo libanés, y sobreviviente del defenestrado Emilio Chuayffet— y su esposa Carolina Monroy del Mazo, con las cartas credenciales que le dan ser la consentida del veterano e influyente Alfredo del Mazo González y ser la espía del peñismo en la dirigencia nacional priista.

Con el desprestigio bien ganado que se cargan Peña, Montiel y Videgaray, el Estado de México es una entidad que ha venido a menos. Pero eso no es un obstáculo para que intente hacer amarres el secretario general de Gobierno eruvielista, José Manzur Quiroga, quien por cierto tiene la misma cercanía con el montielismo que con Peña. Nada le es vedado en los entresijos del poder. Por eso en su equipo lo sienten un príncipe con derecho a sucesión.

A la socorrida “ley de las compensaciones” se arriman también el ex cadete Carlos Iriarte Mercado —éste sí, uno de los originales Golden Boy’s de Arturo Montiel—, actual dirigente del priismo mexiquense, y actor de primer orden en los acontecimientos desvergonzados y la campaña sucia que hizo de Peña primero un candidato a la gubernatura y luego un gobernador más del PRI.

Tampoco se resigna a jugar un papel secundario el ex procurador mexiquense Alfonso Navarrete Prida, un funcionario que suspira por la gubernatura desde 2005, sabiendo hoy que Adolfo López Mateos salió directo de la Secretaría del Trabajo a la candidatura presidencial. Durante algunos años, Navarrete ha disfrutado de los beneficios de haberse hecho a un lado en 2005 para apoyar la candidatura de Peña, el sobrino protegido de Montiel.

Los priistas mexiquenses han empezado a entrar en ebullición. Y los hechos hacen pensar que Montiel tendrá preferencia, pero nadie sabe ya por esas formas tan volubles con las que Peña y su grupo ejercen el poder. Hoy, a los priistas mexiquenses nada les está vedado. Buenos y malos han encontrado en las incapacidades y las veleidades de Peña el justificante para reposicionar a sus clanes, facciones o grupos y liderazgos e impulsar la carrera respectiva hasta donde se pueda llegar.

Después de Eruviel

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